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Culmina el Año Gaos (Revista Scherzo)

Desde finales del pasado año y hasta que este concluya se ha recordado en Galicia, con una serie de actos, exposiciones, ediciones de partituras y conciertos, la figura del compositor y violinista coruñés Andrés Gaos, nacido en la ciudad herculina en 1874 y fallecido en Mar del Plata en 1959. El pasado jueves se inauguraba en la sede de Afundación en La Coruña la exposición O universo musical de Andrés Gaos, comisariada por Montserrat Capelán y Javier Garbayo, encargados además, dentro del grupo de investigación Organistrum, de la Universidad de Santiago, y con la importante mediación de Joám Trillo, de la recepción del fondo donado a dicha universidad por el hijo del compositor Andrés Gaos Guillochón. La muestra —que podrá verse hasta el 14 de diciembre— recoge material manuscrito, fonográfico e iconográfico de primera mano, además de ofrecer a la vista del visitante cuatro de los violines que poseyera Gaos —discípulo de Monasterio e Ysaÿe—, sobre todos ellos el curioso —por forma y sonido— Moor-Gaos de 1928 y actualmente en el Ayuntamiento de La Coruña. Con el mismo título de la exposición pero en castellano se ha publicado igualmente el catálogo de la misma, un volumen de 127 páginas que supone una magnífica adición, muy ilustrativa, al imprescindible estudio sobre el violinista y compositor, Andrés Gaos, el gallego errante de Julio Andrade Malde, publicado en 2010.

 

Como cierre musical a este año Gaos, la Orquesta Sinfónica de Galicia dirigida por Víctor Pablo Pérez, interpretará en programa de abono, junto a Cervantina de Juan Durán, dos obras fundamentales del coruñés conmemorado, Impresión nocturna y la Sinfonía nº 2 “En las montañas de Galicia”, ambas grabadas en su día por los mismos intérpretes para el sello Arte Nova. Ojalá todo este esfuerzo sea solo el principio de la normalización de relaciones entre un artista y su patria, su entrada en los programas de conciertos —las dos obras citadas lo merecen sobradamente— y la vuelta definitiva de quien, como tantos —y algunos muy cercanos a él, como su sobrino el filósofo José Gaos, de forma bien dramática— debió buscarse la vida lejos.