Proyectos

A través del tempo y del espacio (Julio Andrade Malde)

El violinista coruñés, Andrés Gaos, tocó con, al menos, cinco violines: el Moor y el Gavatelli (ambos, en el Ayuntamiento de A Coruña, por donación del hijo del violinista, y que hizo sonar Florian Vlashi, en 2009, tras ochenta años de silencio); y el Lechner (luthier argentino) y el de la escuela alemana, objeto de la presentación pública en Santiago que comentamos. Además, utilizó un violín Amati que en realidad no era suyo sino de su primera esposa, América Montenegro, cantante y también violinista. Gaos tuvo que devolvérselo, tras la separación, en 1917. En la exposición sobre el músico coruñés que se inauguró el día 2 también en Santiago, se expusieron los cuatro violines que han llegado hasta hoy. Concierto y exposición se harán también en A Coruña durante el próximo otoño. Por lo que respecta al violín de la escuela alemana, fue restaurado por el luthier José Catoira, tras un año de respetuosa intervención sobre el instrumento. Éste posee un registro grave intenso, poderoso, y un registro agudo de singular brillantez, tal vez un poco chillón, defecto que es probable vaya desapareciendo a medida que se toque ya que los instrumentos, si no se utilizan, pierden calidad de sonido («Se avinagran», decía el propio Gaos) y se estima que este violín llevaba más de un siglo en silencio. La voz recuperada de este singular instrumento tal vez nos devuelva, por encima del tiempo y del espacio, la voz del propio Gaos ya que, como refiere Florian Vlashi, «los violines guardan algo del sonido y de la voz de las personas que los tocaron muchas veces». En todo caso, éste sonó maravillosamente en las manos de Vlashi, acompañado, de manera admirable, por Julio Mourenza, recreando el espíritu de Andrés Gaos en tres de sus hermosas, y nada fáciles obras: la bellísima Romanza, la soberbia Sonata y la graciosa Habanera, ésta ofrecida como bis ante el entusiasmo que manifestó el público asistente al acto.