El Chucuruchú, la popular procesión de la Octava del Corpus en Santa María, sirvió de inspiración en los años treinta del pasado siglo a Antonio Iglesias Vilarelle para componer una partitura del mismo nombre, una suite en tres movimientos que plasmaba esta tradición y que se estrenó en 1939 en Lisboa.
El autor fue una de las personas que contribuyó decisivamente a asentar las bases del Seminario de Estudos Galegos y también del Museo de Pontevedra, en el que ayer se presentó esta edición de la partitura de Iglesias Vilarelle, revisada ahora a instancias del Consello da Cultura Galega.